sábado, 1 de septiembre de 2007

EL RETORNO

De nuevo, pues, surcaron los cielos y llegaron a casa de Miguel justo cuando su madre entraba en la habitación para despertarle. -¿Ya estás levantado? Bueno, baja a desayunar que se nos hace tarde. Esta vez el desayuno desapareció con bastante más rapidez en la boca de Miguel que lo habitual y pronto estaban ya de camino al colegio, siendo seguidos a corta distancia por Peter Pan. Se despidieron madre e hijo y al poco tiempo se encontraban ya ambos niños en la clase, sentados en el mismo pupitre. La idea de ambos era presentarle como un amigo que había venido desde fuera a pasar unos días a su ciudad. Aunque algunos compañeros de Miguel miraban a Peter con interés, ninguno le reconoció ni se extrañó de su vestimenta, salvo uno que le confundió con Robin Hood. Esto molestó sobremanera a Peter, el cual se levantó para marcharse de allí si no hubiera llegado la profesora en ese mismo momento. -¿Tú eres nuevo aquí, verdad? -Sí, señorita -dijo Miguel- es mi amigo Peter Pan. -Estupendo, no alborotéis mucho. Estaba claro que la profesora no había oído hablar nunca de Peter Pan, lo que provocó nuevas iras en el muchacho, el cual interrumpió la clase sin cesar haciendo toda clase de preguntas, algunas tan increíbles que motivaron la risa de todos sus compañeros. Aún así, nadie parecía reconocerle y pronto el alboroto fue tal que Peter fue expulsado de la clase y tuvo que salir al pasillo Llegó el recreo y como su popularidad iba en aumento, muchos niños llegaron hasta él y le hicieron mil preguntas, pidiéndole que si en verdad era ese personaje llamado Peter Pan, poseedor del don de volar, hiciera una demostración ante ellos. Para desgracia de Peter, ni siquiera el polvo de hada le sirvió de nada y todos los intentos que hizo para volar fueron inútiles, acabando una y otra vez en el suelo. La causa era bien sencilla: si nadie creía en él sus poderes tampoco existían. Magullado por las caídas y sumamente triste, Peter se incorporó a la clase de nuevo, ahora en absoluto silencio esperando pacientemente a que finalizara. Después, ambos amigos se fueron a casa de Miguel y allí las cosas no mejoraron. La madre dijo que ese niño debía regresar a casa de sus padres porque le estarían esperando y a pesar de las protestas de Miguel, Peter se encontró enseguida en la calle, solo, sentado en la acera sin saber qué hacer. Si volvía a Nunca Jamás el final de su bello sueño llegaría pronto y si se quedaba aquí sin conseguir su propósito de ser popular, ni siquiera tenía casa donde vivir. En ese momento pasó por su lado un coche de policía, cuyos agentes se quedaron extrañados de ver a un niño solo, llorando y vistiendo tan extrañas ropas. Se bajaron del coche y le preguntaron si le pasaba algo. Una luz brilló en la cara de Peter, el cual se dio cuenta que esa era su gran oportunidad. Les explicó quién era y lo que pretendía, pero por toda respuesta le metieron en el coche patrulla y le llevaron a la comisaría. Allí le hicieron mil preguntas sobre cuál era su verdadero nombre, quiénes eran sus padres, donde vivía, pero ante las respuestas tan extraordinarias que oían optaron por indagar por otros medios.

No hay comentarios: